Galicia es un país de caminos, de puertos y de puertas. País del Pórtico de la Gloria, finisterre siempre abierto que nada tiene que ver con el tópico de la Galicia esperpéntica, encerrada entre muros, montes y nieblas. Si existe un núcleo solidario y tolerante, ese es este confín noroccidental. Esa idea fue especialmente cultivada por nuestra provincia, abierta en rías y acantilados al Atlántico: punto de partida y arribada de negociantes, de aventureros y misioneros. Tienen los países, las islas de este océano, pueblos, ciudades con hermosas y bien cuidadas puertas. Pienso en las de Dublín o Londres, en las de Lisboa, puertas que son reflejo de la filosofía de sus ciudadanos. Cuando se nos presentó este libro para su edición por parte de la Diputación, no dudamos en hacerla posible, con el ánimo de sensibilizar hacia esa parte tan importante de nuestro patrimonio, tal y como lo ven sus autores, Olga Cristína Viñao y Joaquín Díaz-Pache. Las puertas, su sencillez funcional, el ansia de contrastes, reflejado en las bisagras o en aldabas ofrece un particular lenguaje. Armonizan el patrimonio colectivo, reflejo de la sensibilidad de un pueblo que sabe abrir y cerrar, ofrecer y guardar cuanto tiene. Ese paseo poético por "El Lenguaje de las Puertas" va desde la Puerta Santa o "dos Vintasete" de la catedral compostelana, a las simples y humildes cancelas, pasando por puertas de iglesias, de torreones, de pazos, de casonas urbanas... ampliando la idea de puerta, siempre tan sugerente, abierta o cerrada, sencilla o arrogante, dispuesta a despedir o a recibir, en armonía con el conjunto de su arquitectura y con el sentir de sus inquilinos.
Augusto Cesar Lendoiro
Presidente de la Diputación de A Coruña